miércoles, 24 de abril de 2013

Monacato en el mundo bíblico




Para conocer sobre el tema del monacato en el mundo bíblico en necesario ubicarnos en el Antiguo Testamento donde en el judaísmo ortodoxo existían instituciones típicamente ascéticas a las que no se les puede llamar monásticas, pero sí precedentes del monacato cristiano.

Dentro del monacato en el mundo bíblico podemos identificar a los Nazareos. Nazareo procede de consagrado a Yahvé mediante un voto que consistía en abstenerse de toda bebida embriagante, de toda impureza legal, y no cortarse el cabello jamás. Eran carismáticos y consideraban a Yahvé como único Dios.

Eran un estilo de vida que abrazaba la perpetuidad. Se caracterizaban también por su consagración radical a Dios y evitar el contacto con cadáveres ya que su Dios Yahvé era un Dios de vivos.

Luego de los Nazareos llegan las comunidades proféticas, que no son verdaderas comunidades monásticas, ya que no contemplan la separación del mundo ni el celibato ni una regla común. Eran consideradas comunidades independientes e itinerantes, se encontraban vinculadas a santuarios como el de Nayot junto a Ramá, el de Betel y el Monte Carmelo.

Surgen luego los Recabitas, un clan, que da lugar a un grupo religioso extremista que protesta contra la instalación producida por el sedentarismo de Israel en la tierra de Canaán. Adoptan un estilo de vida nómada. Posteriormente llegan los Asideos y Esenios. Los primeros eran hombres devotos y piadosos, caracterizados por el amor acérrimo a la ley. Los segundos, un movimiento ascético radical. Se remontan al año 135,104 a.C.

Un aporte valioso en esta parte es que Jesús no fue ni monje ni asceta, era un sencillo aldeano que no quiso poder político, ni económico, ni cultural, ni religioso. Eran sólo un hombre trabajador, obediente que hizo el bien.



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